El ingeniero Paul L. Smith de la Universidad de Bristol ha propuesto la creación de una reserva natural extraterrestre (ETNR) en Marte que podría servir como refugio psicológico y jardín botánico. En un artículo publicado en International Journal of Astrobiology se describen una serie de problemas a los que tendrán que enfrentarse los especialistas. Esto se informó en un comunicado de prensa en Phys.org.

Según el investigador, si continúa el crecimiento descontrolado de la población en la Tierra, que, según las previsiones, alcanzará los nueve mil millones en 2050, es posible que áreas naturales importantes para la conservación de la biodiversidad mundial desaparezcan por completo en un siglo. La alternativa es crear una gran cantidad de hábitats en Marte en forma de ecosistemas cerrados, aislados de condiciones inhabitables. Marte puede proporcionar a estas viviendas agua, gases para crear aire respirable y luz solar. Los ecosistemas más adecuados para el cultivo son, según Paul, los bosques.

Se supone que las áreas de bosque marciano deberían estar bajo una capa protectora hemisférica con un radio de 0,25 kilómetros y un área de 20 hectáreas, que es mucho más grande que el ecosistema creado artificialmente en el proyecto Biosfera 2 (0,2 hectáreas). Sin embargo, aún quedan varios problemas importantes para que la idea se haga realidad, incluida la radiación ionizante, la disponibilidad limitada de luz solar y radiación ultravioleta, la ausencia de un campo magnético, la diferencia de estaciones, la falta de un ciclo lunar y suelos adecuados.

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El problema de la radiación ionizante se puede resolver con una combinación de vidrio y plástico que filtra las longitudes de onda dañinas y deja pasar la luz ultravioleta y la luz visible. Los campos magnéticos son una condición importante para la existencia de magnetorrecepción en algunas especies de seres vivos, lo que puede requerir su imitación en el interior de las cúpulas. La variabilidad estacional de Marte es muy diferente a la de la Tierra, por lo que las estaciones también deben ser proyectadas, ya que juegan un papel importante en las etapas de desarrollo de animales y plantas y su comportamiento.

Los ciclos lunares juegan un papel importante en la regulación de los ritmos circadianos en los organismos vivos, pero los satélites de Marte, Fobos y Deimos, prácticamente no afectan al planeta y no pueden causar flujo y reflujo. Marte recibe solo el 43 por ciento de la luz solar que recibe la Tierra. Esto es suficiente para la fotosíntesis, pero la tasa de crecimiento de las plantas en el Planeta Rojo no coincidirá con la de la Tierra sin un aumento artificial.

Marte tiene una corteza basáltica que contiene muchos de los nutrientes necesarios para el crecimiento de las plantas terrestres. Sin embargo, los microbios y los invertebrados, como las lombrices de tierra, también contribuyen de manera importante a la fertilidad del suelo, lo que hace que el problema de crear un suelo adecuado para los bosques sea una tarea extraordinariamente difícil. Además, el regolito marciano contiene una gran cantidad de percloratos, óxidos de hierro y peróxido de hidrógeno, que es una mezcla muy tóxica.

La reproducción de los bosques terrestres actualmente no es posible, pero los nuevos ecosistemas pueden desarrollar esa función de formas inesperadas. También existe un problema ético asociado con la reubicación forzada de especies animales en hábitats de riesgo. Sin embargo, los ecosistemas artificiales pueden contribuir a la supervivencia de los organismos vivos, lo que, según Smith, es una máxima prioridad biocéntrica.