Científicos suecos de la Universidad Tecnológica de Chalmers y la Universidad de Gotemburgo han identificado bacterias con nuevos genes latentes de resistencia a los antibióticos en muchos entornos naturales, incluidos los microbiomas humanos y animales. Los resultados del estudio se publican en la revista Microbiome.

Los investigadores plantearon la hipótesis de que hay muchas bacterias en el medio ambiente con genes que promueven la resistencia a los antibióticos en los microorganismos, lo que hace que el tratamiento antibacteriano sea ineficaz. La combinación de estos genes se denomina resistoma. Por otra parte, se destacan los llamados genes de resistencia latente, que están ausentes en las bases de datos modernas y están mal caracterizados, lo que no permite a los especialistas evaluar correctamente los riesgos de propagación de microorganismos patógenos resistentes a los antibióticos.

Los científicos analizaron 630 000 millones de secuencias de ADN bacteriano en más de 10 000 muestras metagenómicas aisladas de una variedad de entornos, incluido el microbioma intestinal humano, el microbioma de la piel humana, el suelo y las plantas de tratamiento de aguas residuales.

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Resultó que los genes de resistencia latente predominaron en todas las muestras. Entre los genes más comunes que forman un resistoma nuclear, se identificaron tanto los bien caracterizados como los latentes. Además, algunos de los genes latentes que ocurren con frecuencia se han encontrado en múltiples patógenos, incluidos Pseudomonas aeruginosa, Salmonella enterica y Campylobacter spp.

Los investigadores han caracterizado varios genes de resistencia latente que son comunes en todos los entornos y están presentes en los patógenos humanos. Resultó que están ubicados en elementos genéticos móviles, secuencias de ADN que pueden moverse dentro del genoma bacteriano. Estos incluyen elementos conjugativos integradores que pueden separarse de los cromosomas e ingresar a otras bacterias a través de la transferencia horizontal.

Los microbiomas de las aguas residuales tienen una resistencia sorprendentemente alta, lo que hace que este entorno sea potencialmente favorable para la propagación de genes de resistencia latente. Este es un gran reservorio en el que pueden desarrollarse patógenos resistentes a los antibióticos.