Un equipo internacional de astrofísicos ha descubierto misteriosos filamentos gaseosos en el centro de la Vía Láctea, que pueden haberse originado a partir de la salida de materia del agujero negro supermasivo central. El descubrimiento se informa en un artículo publicado en The Astrophysical Journal Letters.

Los filamentos son hilos delgados y largos de gas y polvo. Estas estructuras fueron descubiertas por primera vez por un equipo dirigido por Farhad Yusef-Zadeh de la Universidad Northwestern en la década de 1980. Estaban ubicados verticalmente cerca de Sagittarius A * (Sgr A *), una fuente de radio compacta en el centro de la Vía Láctea, que es un agujero negro supermasivo. Ahora, Jozef-Zadeh ha informado del descubrimiento de un nuevo tipo de filamento que se encuentra horizontalmente, irradiando desde el agujero negro.

Las observaciones se realizaron con el telescopio MeerKAT en el Observatorio de Radioastronomía de Sudáfrica. Para buscar nuevos filamentos entre las estructuras circundantes, los astrónomos utilizaron el método de eliminar el fondo y suavizar el ruido en las imágenes obtenidas por el radiotelescopio.

Aunque las dos poblaciones de filamentos comparten rasgos similares, los astrofísicos sugieren que se originan de formas diferentes. Mientras que los filamentos verticales se extienden a través de la galaxia durante 150 años luz, los filamentos horizontales son más como guiones cortos y puntos de 5 a 10 años luz de largo. Además, los filamentos verticales tienen un campo magnético y se mueven a velocidades relativistas, mientras que los filamentos horizontales emiten radiación térmica que se origina en nubes moleculares.

Los científicos sugieren que podrían resultar de la salida de materia del disco de acreción alrededor del agujero negro supermasivo. Este flujo de salida alineó las estructuras de gas y polvo a lo largo de líneas radiales en el plano de la galaxia. La tasa de salida de materia para crear la presión necesaria para la compensación se estima en una diezmilésima parte de la masa del Sol por año. En base a esto, la edad de los filamentos alcanza unos seis millones de años.